La mujer

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Esta semana se celebra la Semana de la Mujer. Es muy importante para todos, que reflexionemos sobre la lucha de la mujer, que día a día vive y se desenvuelve en una sociedad opresiva por su género. Opresión que se experimenta desde el hogar, la escuela, el trabajo y hasta la Iglesia. Opresión que desencadena toda una avalancha de injusticias. Que las hace más vulnerables y termina convirtiéndolas en víctimas, muchas veces a ellas y a sus hijas e hijos.

Para muchos el Día de la Mujer se celebra con regalos, dulces y chocolates. Igual que todas las fechas importantes que han sido reinterpretadas y suavizadas para que sean más un asunto inofensivo que no tiene mayores consecuencias en la sociedad. Mientras tanto, en nuestro país continúan muriendo mujeres a manos de sus parejas. Precisamente esta semana hubo uno de esos eventos en el pueblo de Isabela de la región Oeste de Puerto Rico. Hasta el hijo de la víctima resultó herido.

Claro, esa violencia es solo una de las manifestaciones de una filosofía que propone que la mujer tiene menor dignidad que el hombre y, por lo tanto, no merece el mismo trato que se le da al hombre en circunstancias iguales. Estos actos conscientes de injusticia son el abono que alimentan los actos violentos que cobran notoriedad en nuestro país. Que afectan la vida de miles de mujeres que cada día salen a trabajar y estudiar. Muchas veces son las que han asumido la responsabilidad de la crianza y la carga económica mayor de sus hogares.  

Para algunas personas estas fechas les suenan ofensivas porque entienden que es una manera de la mujer querer igualarse al hombre. Quien así piensa ignora el origen de la celebración del Día de la Mujer. Esa misma reacción las encontramos en el contexto cristiano en relación con la Teología Feminista.  

En este escrito comparto algunos detalles del surgimiento del reclamo de los derechos de la mujer. También de otro movimiento que igualmente surge de la necesidad de la mujer, de ser escuchada en el ambiente cristiano: la teología feminista.

El evento que generó la conmemoración del Día de la Mujer ocurrió el 25 de marzo de 1911. Cuando murieron más de 100 mujeres, mayormente inmigrantes, en la compañía de textiles “Shirtwaist” en Nueva York. A causa de un incendio provocado por las condiciones precarias en las que trabajaban. Fíjense que aquí se mezclan dos aspectos: la condición migratoria y el género. 

Se celebra el 8 de marzo porque en 1925, una huelga de mujeres trabajadoras textiles en Rusia, junto a otros trabajadores, provocó la caída de la monarquía rusa. La Organización de las Naciones Unidas lo institucionalizó en el 1975 y en Estados Unidos se celebra desde el 1994.

Sobre los derechos de la mujer al voto sabemos que fue en 1920 que el Presidente Woodrow Wilson aprobó la XIX Enmienda a la Constitución de Estados Unidos que establece: 

“El derecho de los ciudadanos de Estados Unidos al voto no será negado ni limitado por los Estados Unidos o por cualquier estado por razón del sexo”.

Susan B. Anthony (1820 al 1906), activista de los derechos para las mujeres, estableció que:

“Ahora que, como resultado de la lucha por la igualdad de oportunidades y debido al uso de maquinaria, se ha operado una gran revolución en el mundo de la economía, de manera que donde pueda acudir un hombre a ganarse un dólar honradamente también puede ir una mujer, no hay forma de rebatir la conclusión de que ésta tiene que estar investida de igual poder para poderse proteger. Y ese poder es el voto, el símbolo de la libertad y de la igualdad, sin el cual ningún ciudadano puede estar seguro de conservar lo que posee y, por lo tanto, mucho menos de adquirir lo que no tiene”.

Aunque el derecho al voto era muy importante para las mujeres del siglo XIX, también lo eran el derecho a la educación y al trabajo entre otras cosas. La mujer quería participar entonces en la vida pública y salir de los límites de la vida privada en sus casas. Ya en el siglo XX, debido a la necesidad de mano de obra en la producción de armas y a la utilización de los hombres en la milicia, se inserta la mano de obra de mujeres. De ahí en adelante la mujer continúa asumiendo unos roles protagónicos en la economía.

Como vemos, estos reclamos de los derechos de la mujer son recientes. A pesar de que actualmente vivimos en una sociedad más equitativa, no podemos negar que quizás nuestras abuelas y madres no tuvieron ese trato más justo y digno, al cual tenían derecho. Aun así, todavía existe una gran distancia que recorrer para la mujer del siglo XXI en el reclamo de sus derechos. 

En el 1960 surge la Teología Feminista, que es un movimiento en el cual se analizan las interpretaciones religiosas cristianas del texto bíblico en lo referente a la mujer y las consecuencias de esas interpretaciones.

Entre esas interpretaciones, está la de que la mujer no puede acceder al ministerio ordenado por no presentar la masculinidad de Jesús. Por lo tanto, la mujer ha sido excluida y los hombres han ejercido el control de la religión cristiana, en algunas denominaciones, por el criterio del género. Entonces la mujer había sido tradicionalmente excluida del quehacer teológico.

De ahí que la mujer en el cristianismo haya sido mayormente presentada de forma negativa o peligrosa. De hecho, en algunos textos bíblicos la mujer se presenta como propiedad del varón.  

Hay que reconocer que es muy fácil para nosotros pasar juicio sobre asuntos que están lejos de nuestra realidad en términos de tiempo y contexto socio cultural. De manera que la intención no es criticar, sino, explicar de dónde salen algunos conceptos que hoy en día persisten sobre la mujer. Que por la misma distancia que no me permite juzgarlos, tampoco me permite aceptarlos. Hoy son conceptos que están conectados con unos tiempos y épocas que ya pasaron.

Algunos padres de la iglesia llaman a la mujer: “La puerta del demonio” (Tertuliano) o “Hombres bastardos” (Tomás de Aquino). Para otros, la mujer es un ángel, una madre virgen o una seductora.

En este sentido, la teología feminista intenta leer e interpretar el texto sagrado desde la óptica de la mujer. Con el propósito de que se tome en cuenta la presencia y experiencia de las mujeres en la iglesia. Para de alguna forma disminuir la opresión a la que han sido sometidas.

Agar, la esclava egipcia, y María, la madre de Jesús, mujeres que se someten humildemente a la voluntad de Dios, pero valientemente, ante el reto que enfrentan sus embarazos.

La mujer virtuosa de Proverbios 31: 14-18 (TLA)

Se parece a los barcos mercantes: de muy lejos trae su comida. 

Se levanta muy temprano, y da de comer a sus hijos 

y asigna tareas a sus sirvientas. 

Calcula el precio de un campo; con sus ganancias lo compra, 

planta un viñedo, y en él trabaja de sol a sol. 

Ella misma se asegura de que el negocio marche bien; 

toda la noche hay luz en su casa, pues toda la noche trabaja. 

También se rescatan imágenes femeninas positivas del texto sagrado, como Sifra y Fua, que fueron parteras hebreas, que no obedecen al faraón sino a Dios.

Éxodo 1:15–17 (RVR60): 

Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. 

También se rescata el rol de la mujer como discípulas fieles de Jesús hasta el final. Además del trato digno que Jesús mismo les dio.

Mateo 27:53–56 (RVR60) 

(…) y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios. Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. 

 Lucas 23:47–49 (RVR60) 

Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían golpeándose el pecho. Pero todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas. 

 Lucas 10:38–42 (RVR60) Jesús visita a Marta y a María 

Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Sin duda alguna vemos que el texto bíblico contiene textos que resaltan el rol protagónico de la mujer en la historia de la salvación que además afirman la igual dignidad de la mujer.  No solo eso, sino que además contiene imágenes femeninas de Dios.

Isaías 66:13 (RV60)

(…) En los brazos seréis traídos y sobre las rodillas seréis mimados. Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén, recibiréis consuelo.

Isaías 42:14

Desde el siglo he callado, he guardado silencio, me he contenido, pero ahora daré voces como la que está de parto, y a la vez asolaré y devoraré.

En fin, siempre han existido en la Escritura textos que honran a la mujer, porque es mujer, criatura de Dios, creada a su imagen y semejanza.  

Por mis abuelas, madre, hermana, tías, esposa, hija, y por todas las mujeres del mundo, celebramos el Día de la Mujer. Las honramos, cuidamos, protegemos y amamos.