Reconciliación

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Un relato bíblico interesante que trata el tema del perdón y la reconciliación se encuentra en el libro de Génesis. Es el que nos relata la experiencia de José, hijo de Jacob. 

Claramente, en el primer libro de la Biblia notamos que no existe ni una sola familia perfecta. De hecho, ni siquiera Abraham, a quien admiramos por su fe, y Sara su esposa, tuvieron una familia perfecta.  Aún así el plan de Dios se revelaba en medio de la fragilidad de los protagonistas y sus familias.  

El texto que me interesa hoy es:

Génesis 45.4-5 (RVR60) 

Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. 

El proceso por el cual pasó José fue uno muy doloroso. En especial cuando se trató de sus propios hermanos. La envidia y los celos iniciaron toda una serie de eventos trágicos para la vida de José y su padre Jacob.

Aún con todo lo que le aconteció, luego de un proceso, José logró cortar las raíces de aquella contaminación que habían generado sentimientos de envidia de parte de sus hermanos. Es importante entender que fue un proceso que tomó tiempo la reconciliación con sus hermanos y con su familia.  Este reencuentro se da en el contexto de una crisis de producción alimentaria que afectó a Egipto y a regiones cercanas.

No tenemos duda que Dios fue quien provocó todo lo que le aconteció a José. A causa de la traición de sus hermanos y las experiencias subsiguientes, sus convicciones se pusieron a prueba. Fue un proceso doloroso que cobró sentido más tarde. Fue así porque Dios le había revelado en sueños a José que iba a ser honrado por sus hermanos y padre.  

La experiencia de José era ambigua porque en momentos prosperaba para luego enfrentar nuevas crisis que retaban su fe y confianza en Dios.  

Recuerdo hace muchos años atrás, cuando comenzaba a estudiar en el Colegio de Mayagüez, recibí una palabra de Dios de confianza: “No temas porque yo fui quien te envió”.  Esa palabra llegó en un momento en el que pensaba cambiarme a otra universidad. Pues realmente pensaba que no tenía los recursos económicos ni intelectuales para estudiar allí. Fue sumamente difícil caminar en fe. 

En ocasiones tuve que pedir dinero en la parada de San Juan para llegar a casa por pasaje. Otras veces, cogía la guagua de San Juan a Mayagüez sin dinero para pagar. Cuando llegaba a Mayagüez le decía al chofer que luego le pagaba. Recuerdo que salía de casa con mis bultos, pasaba por la Iglesia Discípulos de Cristo de Amelia y escuchaba el culto desde lejos. Anhelaba estar allí, pero tenía que caminar en fe.  Recuerdo con mucha claridad una vez que me tocaba dar una clase bíblica a los juveniles de la iglesia sobre el tema de la fe. Ese domingo debía irme a Mayagüez y no tenía el dinero para el pasaje. Antes de terminar la clase me llamaron a la oficina de finanzas de la iglesia y me dieron una ofrenda de $50.00. Pude irme tranquilo esa semana. El dinero me daba solamente para comer una vez al día. Pero un compañero de hospedaje siempre compartía su desayuno. 

Fueron muchas las personas que me ayudaron en el camino. Gente de la iglesia, amigos, familiares y hasta desconocidos. Recuerdo una vez que un guardia de seguridad del Centro Comercial de Bayamón me vio llegar a las 11:00 p.m.  Yo me puse a buscar menudo en el bulto para llamar a mi casa a ver si alguien me podía buscar. El guardia se me acercó a preguntar que hacía allí tan tarde. Yo le expliqué que era estudiante. Al rato, llegó con una cajita de pollo con papas y me dijo: “Esta iba a ser mi comida, pero yo sé que debes tener hambre, así que tómala tu”. Gracias al Señor por todos esos ángeles que Dios puso en el camino. 

También hubo gente que dificultaron la travesía; pero de eso se trata. Aún a esos Dios los puso en el camino para bendición. Aunque tengo que confesar que entender esto ha sido también un proceso.

La palabra que recibí de parte de Dios era una de confianza en que Dios tenía un propósito, no era una palabra de que todo iba a ser fácil. De hecho, nada fue fácil. Las dificultades no desaparecieron. Yo solo caminaba. Creo que a veces hasta olvidé aquella promesa. Pero cuando pude cambiar de rumbo, aquella palabra venia a mi mente y guiaba mis pasos y decisiones.

Sin duda que los tiempos que vivimos son difíciles y nunca antes habíamos experimentado los retos que hoy enfrentamos. Sin embargo, no tengo la más mínima duda de que, gracias a los procesos, todo esto cumple los propósitos de Dios para nuestras vidas. Nada de lo que acontece será para nuestro mal, sino que será para bendición, a pesar de las piedras que haya en el camino. 

De vuelta al texto en Génesis, toda la experiencia de José lo llevó a un momento de crisis en el que tenía que decidir perdonar. Reconciliarse aun con aquellos que le habían hecho mal. Su respuesta de perdonar a sus hermanos y reconciliarse con su familia trajo vida, paz, y bendición para todos.

Las mejores respuestas a la crisis que ponía en peligro la vida de muchos, fue el perdón y la reconciliación. Para eso fue que Dios puso a José donde lo puso y lo llevó por los caminos que lo llevó; para que llegada la hora hiciera lo que es correcto.  

Hagamos nosotros también lo correcto pues para eso estamos donde estamos y somos quien somos.